lunes, 16 de diciembre de 2013

CLXXVI Aves de paso.



Cada vez me doy más cuenta de lo que significamos para el resto, conocemos a cientos de personas,  cientos de pájaros que se posan en tu vida y el día menos pensado vuelan y te abandonan. Gente que solo se aprovecha, gente que solo te pone buena cara y gente que ni eso. Porque he aprendido que nadie te reconoce el trabajo bien hecho y no tan solo eso, sino que hay gente que hasta le jode tu éxito, he aprendido a trabajar bien porque a mí me reconforta, nada más. La gente es muy egoísta e individualista. Yo antes lo pasaba mal, ahora ya me he cansado. Ya me he cansado de abrir los brazos cuales ramas para que los demás se posen, ahora me he convertido en ave de paso, liderando a todo el grupo de de pájaros y pajarracos que andan sueltos. La picaresca de mi pico siempre me acompaña, mi visión periférica me ayuda a observar y analizar cada comportamiento desde las alturas, he aprendido a no involucrarme demasiado, a pasar desapercibido enterándome de todo y cuando alguna, rara vez, me encuentro con alguien que vale la pena no dudo en subirle a mi lomo y volar, colmándole de alegría y esperanza y aunque el vuelo normalmente dure poco, el tiempo vivido es tan intenso que el recuerdo lo torna eterno y dura poco porque yo ya no me poso con nadie, continúo mi camino. Eso sí, cada día después de volar vuelvo a mi nido con mi familia, allí me relajo, allí me quito el disfraz de pájaro y me convierto en lo que soy, sin defensas ni escudos, tal cual soy, o intento ser… el mejor padre y un mejor marido.