martes, 21 de enero de 2014

CLXXIX Asalto.


Decidí asaltar tu boca, sin cuerdas y a lo loco, pero apenas pude acercarme pues se cerró herméticamente al sentirse amenazada. Estuve días merodeando la zona pensando en la manera de esconderme, de colarme, de cómo colocarme… Me armé de valor pero cuando ya estuve a punto de coronar la cumbre de tus dientes, tu voz, cual avalancha, me empujó al vacío. Exhausto y dolorido me arrodillé en tu labio y te miré, después de meses intentándolo me había rendido, lentamente me levanté y me di la vuelta y cuando ya estuve a punto de marcharme definitivamente, tu lengua me tendió un puente sobre la cordillera de tus dientes, caminé por ella y por fin me bañé sin ropa en tu pantano de saliva.